Sensibilidad vaginal: "No siento nada en la vagina"
Sentir menos sensibilidad en la zona vaginal, especialmente durante el coito, es una preocupación más común de lo que pensamos. Muchas mujeres no lo comparten por vergüenza o porque creen que "es normal con la edad", pero lo cierto es que la pérdida de sensibilidad vaginal puede tener múltiples causas, y lo más importante: puede abordarse.
Desde la fisioterapia especializada en suelo pélvico, este síntoma nos da pistas valiosas sobre lo que está ocurriendo en el cuerpo, el sistema nervioso y, en algunos casos, también en la esfera emocional.
En este artículo te explico por qué puede suceder, qué señales observar y cómo empezar a trabajarlo.

Lo primero de todo: exploremos las expectativas y la cultura alrededor del placer vaginal
En algunos casos, la sensación de "falta de sensibilidad" vaginal no responde a una causa física concreta, sino a una cuestión de expectativas. Culturalmente hemos interiorizado la idea de que la vagina debería ser una fuente principal de placer, cuando en realidad, desde el punto de vista neuroanatómico, no lo es.
La vagina es una víscera, y como tal, su sensibilidad es más difusa, profunda y relacionada con la presión o la distensión, no con la discriminación fina del tacto. Es en el tercio externo de la vagina y, sobre todo, en la vulva —especialmente en el clítoris, los labios y el vestíbulo— donde se encuentra la mayor densidad de terminaciones nerviosas sensoriales encargadas del placer.
A nivel social, el imaginario colectivo sigue centrando el placer femenino en la penetración vaginal, invisibilizando otras formas de disfrute mucho más frecuentes, accesibles y satisfactorias para la mayoría de mujeres. Esta narrativa influye directamente en las expectativas: muchas personas esperan "sentir cosas" en la vagina durante el coito, y al no percibirlas, concluyen que tienen un problema. En este sentido, es fundamental cuestionar de dónde viene esa idea de normalidad y si verdaderamente responde a la experiencia vivida o a un modelo cultural impuesto.
Por eso, en muchas ocasiones, lo que se experimenta como una "pérdida de sensibilidad" puede tener más relación con creencias y mandatos que con una disfunción real. Es importante diferenciar si se trata de una hiposensibilidad primaria, es decir, si la persona nunca ha sentido gran cosa y quizás arrastra una desconexión desde siempre, o si se trata de una hiposensibilidad secundaria, donde sí hubo una etapa de mayor percepción o placer que, por algún motivo (físico, hormonal, emocional), ha cambiado.
Hacerse esta pregunta abre la puerta a un abordaje más consciente y compasivo, donde se contemple no solo el cuerpo, sino también el relato, la historia y el contexto desde el que cada persona ha aprendido a habitarlo.
¿Qué significa "haber perdido sensibilidad vaginal"?
Cuando hablamos de pérdida de sensibilidad, nos referimos a una disminución en la percepción de las sensaciones dentro de la vagina. Puede manifestarse como:
- Sentir menos durante el coito o la penetración.
- No notar claramente si se está contrayendo el suelo pélvico.
- Percibir la zona como "anestesiada" o poco conectada.
- Tener menos respuesta sexual, incluso si el deseo está presente.
Aquí es importante aclarar algo: la vagina, como víscera, no tiene sensibilidad diacrítica. Es decir, no percibe con precisión el punto exacto del estímulo, ni discrimina texturas o formas como lo haría la piel del dedo, por ejemplo. Esto se debe a que la inervación vaginal está pensada para captar sensaciones internas (como presión, distensión o dolor), más que para el tacto fino o la localización precisa.
Por eso muchas mujeres no pueden ubicar exactamente "dónde sienten" o describen sensaciones más difusas. Pero aun así, sí es posible notar cambios importantes en la percepción, sobre todo cuando se altera el tono muscular, la vascularización, el entorno hormonal o el componente emocional.
¿Qué tiene que ver el suelo pélvico con sentir más (o menos) en la vagina?
Muchísimo. El suelo pélvico no solo sostiene los órganos pélvicos, también participa activamente en la función sexual.
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Una musculatura tónica y elástica mejora la vascularización de toda la zona genital, lo que potencia la respuesta erótica.
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Al contraerse, estos músculos aplican presión desde el exterior sobre la vagina, lo que aumenta la fricción y, por tanto, la sensación durante la penetración.
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Una buena coordinación muscular permite regular la apertura, el cierre y la intensidad de la contracción, haciendo que las sensaciones se vuelvan más intensas, placenteras y conscientes.
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Además, hay terminaciones nerviosas alrededor del introito, periné y región vestibular que se estimulan cuando el suelo pélvico está activo.
Por el contrario, un suelo pélvico con bajo tono, desconectado o con alteraciones nerviosas puede traducirse en una zona que se percibe "ausente", "blanda" o "floja".
Trabajarlo no es solo cuestión de fortalecer, sino de aprender a sentirlo.
Posibles causas de la pérdida de sensibilidad vaginal
No hay una única causa. En consulta, siempre valoramos el caso de forma individual porque suelen combinarse factores físicos, neurológicos, hormonales y emocionales. Estas son algunas de las causas más habituales:
1. Déficit propioceptivo o alteración neuromuscular
Puede que el músculo funcione (es decir, que seas capaz de contraer tu suelo pélvico), pero no haya una buena conexión con la sensación. Esto pasa, por ejemplo:
- Tras partos o cirugías pélvicas.
- En personas con hipotonía (tono muscular bajo).
- Cuando ha habido alguna lesión o afectación de los nervios que inervan la zona (como el pudendo).
2. Factores hormonales
El descenso de estrógenos —como en la menopausia, postparto o con anticonceptivos hormonales— puede producir cambios en la mucosa vaginal: más sequedad, menos vascularización y menor sensibilidad. El factor hormonal suele ser la causa principal en casos de disminución de la sensibilidad vaginal. Los estrógenos juegan un papel crucial en las terminaciones nerviosas, facilitando mejores umbrales sensitivos si los niveles hormonales son los adecuados.
3. Factores emocionales o psicológicos
En algunas mujeres, hay una desconexión emocional con la zona genital. Puede estar relacionada con:
- Experiencias sexuales negativas o traumáticas (como abusos, dolor en las relaciones, incomodidad persistente…).
- Estrés, ansiedad, disociación corporal.
- Dificultad para estar presentes en el cuerpo durante la intimidad.
Esta disociación psicológica actúa como un mecanismo de defensa: la persona "desconecta" de su cuerpo para protegerse, y eso incluye dejar de sentir claramente la zona vaginal.
¿Cómo se puede tratar la pérdida de sensibilidad vaginal?
Desde la fisiosexología, trabajamos con un enfoque integral que combina lo físico y lo sensitivo, pero también lo emocional y lo relacional. Algunas estrategias que utilizamos:
Reeducación propioceptiva
- Aprender a identificar la contracción y relajación del suelo pélvico.
- Uso de biofeedback, vibración, texturas o estimulación sensitiva.
- Entrenamiento de la conciencia corporal (por ejemplo, con técnicas de body scan, respiración, o trabajo con la autoexploración).
Estimulación neuromuscular o sensitiva
- TENS y biofeedback vaginal con programas específicos para mejorar la percepción y la conexión con la zona.
- Ejercicios con diferentes grados de activación, buscando calidad más que cantidad.
Cuidado hormonal y de tejidos
- Uso de hidratantes vaginales, lubricantes o tratamientos locales si hay atrofia vaginal.
- En algunos casos, derivación a ginecología para tratamiento con estrógenos locales o medicina regenerativa.
Acompañamiento emocional o psicológico
- En los casos donde hay una historia de trauma o disociación, el trabajo conjunto con una psicóloga o sexóloga puede ser clave.
- También se pueden trabajar creencias limitantes, culpa, autoimagen corporal o dificultades relacionales.
Aplicación de radiofrecuencia para mejorar la sensibilidad vaginal
La radiofrecuencia capacitiva/resistiva es una herramienta cada vez más utilizada en fisioterapia del suelo pélvico. Consiste en la aplicación de una corriente de alta frecuencia que genera un calentamiento profundo y controlado en los tejidos, con efectos positivos sobre la circulación, oxigenación, metabolismo celular y regeneración tisular.
Los beneficios de la radiofrecuencia en este contexto son varios:
- Mejora de la vascularización local. El aumento del flujo sanguíneo favorece la oxigenación y nutrición de los tejidos, lo que puede traducirse en una mayor calidad de la mucosa vaginal y una mejor percepción sensitiva.
- Estimulación de receptores nerviosos. La acción térmica puede activar terminaciones nerviosas y mejorar la transmisión de estímulos. Esto resulta útil en pacientes con una percepción genital disminuida.
- Regeneración tisular en mucosas alteradas. En situaciones como la menopausia, el postparto o el uso prolongado de anticonceptivos hormonales, donde puede haber una mucosa más fina o menos hidratada, la radiofrecuencia contribuye a restaurar la elasticidad y trofismo de la zona.
- Normalización del tono muscular del suelo pélvico. En casos de hipertonía, hipotonía o cuando existe una componente emocional asociada a la tensión pélvica, el calor profundo puede ayudar a relajar la musculatura y preparar la zona para el trabajo activo y consciente.
Aunque es una técnica segura, hay que tener en cuenta ciertas contraindicaciones:
- Infección activa o sangrado vaginal
- Antecedentes oncológicos ginecológicos (requieren valoración médica previa)
- Presencia de dispositivos metálicos en la zona de aplicación
La radiofrecuencia no sustituye al trabajo activo, pero puede ser una herramienta muy eficaz para acompañarlo. Utilizada en el marco de un abordaje integral, puede facilitar la reconexión sensitiva, preparar los tejidos para la reeducación propioceptiva y potenciar los resultados de la terapia física y emocional.
Su aplicación debe integrarse dentro de un plan individualizado que contemple tanto los aspectos físicos como los componentes neuroemocionales y relacionales implicados en la percepción genital.
¿Cuándo consultar?
Si sientes que la sensibilidad vaginal ha cambiado, o si no notas claramente tus contracciones, no lo normalices ni lo dejes pasar. Tu cuerpo puede estar enviándote señales importantes, y hay formas de reconectar.
Desde la fisioterapia, te ayudamos a entender qué está pasando, recuperar la conexión con tu cuerpo y mejorar tu calidad de vida sexual.
Laura Pastor. Directora de Evexia Salut. Fisioterapeuta especialista en reeducación uroginecológica y salud sexual humana. Psiconeuroinmunóloga clínica. Docencia y divulgación.