Esta es la relación entre tu estrés y tu candidiasis recurrente
El estrés no es malo. Lo malo es que esté en tu vida las 24 horas del día durante los 7 días de la semana, ahí a destajo, sin gestión ni atención hasta que te fulmina un burnout.
Vivir bajo condiciones de estrés sostenido implica que tu cerebro percibe un entorno hostil y una constante necesidad de prestar atención a posibles amenazas que ponen en peligro tu integridad, ya sean reales o no.
Existe una relación indivisible entre el sistema nervioso central y el sistema inmunitario
Cuando tienes estrés, se activa tu eje hipotálamo-pituitario-adrenal (lo voy a llamar eje HPA). Este sistema se encarga de que tu glándula pituitaria (la tienes en el cerebro) mande la orden a tus glándulas adrenales (las tienes encima de los riñones) para que se pongan a producir cortisol, la hormona del estrés.
El cortisol participa en muchísimas funciones de tu organismo y es una substancia fundamental para tu salud, pero también es una hormona que actúa como gatillo para activar acciones que tiene que ver con la lucha, la acción, la alerta o la huida.
Un eje HPA constantemente activado afectará la parte innata del sistema inmunológico, que está involucrada en la infección e inflamación de la mucosa, lo que implica una desregulación en la primera barrera del sistema inmunitario. Esta desregulación de la inmunidad innata aumentará el riesgo de desarrollar por ejemplo candidiasis vulvovaginal recurrente (RVVC).
Este mecanismo de acción entre el estrés crónico y la enfermedad ya se ha comprobado en patologías inmunológicas como el asma, las alergias y la dermatitis atópica.
Si el eje HPA está activo de forma permanente, la reacción normal al estrés agudo externo puede fallar. Esto aumenta la susceptibilidad a la inflamación y a cualquier infección.
De hecho, ya contamos con evidencias que relacionan los problemas psicológicos con una mayor incidencia de vaginosis y candidiasis vulvovaginal recurrente (CVVR).
Por eso, el estrés crónico puede conducir a la enfermedad al inhibir nuestros sistemas de defensa y reducir la inmunidad celular.
Qué es la candidiasis vulvovaginal recurrente
La CVVR es una inflamación e infección de la vagina y sus síntomas incluyen picazón o irritación, secreción anormal y maloliente, leucorrea y dispareunia. Según la Organización Mundial de la Salud, la cándida, las tricomonas y las infecciones bacterianas se consideran los principales factores causantes de la vaginosis y estos tres patógenos constituyen aproximadamente el 90 % de las infecciones vaginales.
Estos son los factores que aumentan la incidencia de la candidiasis vaginal:
- Antibióticos
- Embarazo
- Diabetes mellitus
- Anticonceptivos orales
- Infección por VIH
- Ropa interior ajustada y de nailon
- Duchas vaginales
- Medicamentos inmunosupresores
- Dispositivos intrauterinos (DIUs)
- Actividad sexual
- Inmunodeficiencia vaginal local
- Uso de tampones en lugar de toallas higiénicas
- Sexo oral
Además, los estudios muestran una relación significativa entre la disfunción sexual y el diagnóstico de depresión, ansiedad y estrés.
La CVVR se define como padecer cuatro candidiasis vulvovaginales o más en un año. Es una alteración que se ha vuelto más común en los últimos años y tienen un impacto severo en la vida sexual.
La pendiente diurna de cortisol
El cortisol afecta a la excitación del sistema nervioso, regula procesos metabólicos como la resistencia a la insulina, participa en el buen funcionamiento del sistema inmunitario e inflamatorio, el estado de ánimo y la actitud sexual. Por tanto, si el cortisol se desregula, la cadena de acontecimientos puede ser nefasta.
Básicamente, el cortisol participa en la respuesta ante un estímulo que demanda ponernos en marcha.
Cuando te sientes en peligro, tu cortisol se dispara para asegurar tu supervivencia.
El cortisol inyecta energía a tus células y pone en alerta máxima a tu cerebro para que tomes las medidas pertinentes: huir o defenderte.
En nuestro día a día, hechos como "no ha sonado mi despertador y llego tarde al trabajo" son interpretados por nuestro sistema neuroinmune como auténticos peligros que ponen en compromiso nuestra supervivencia.
Y vivimos constantemente saltando de un potencial peligro a otro: reuniones de trabajo, listados interminables de cosas por hacer, conflictos personales, responsabilidades… todo el día a salto de mata.
Y el cortisol se agota.
Una característica de nuestros despertares es que el cortisol alcanza unos picos determinados para después ir disminuyendo a lo larga del día.
Esto se conoce como pendientes diurnas de cortisol y ha de ser así para darnos un chute de energía, levantarnos de la cama y ponernos en marcha. Luego el cortisol irá descendiendo hasta alcanzar picos bajos por la noche.
El nivel de cortisol es alto al despertar y aumenta una media del 50 a 60 % en los 30 a 40 minutos posteriores a despertarse. Luego disminuye rápidamente en las horas posteriores al despertar y luego descienden más lentamente hasta alcanzar un valor mínimo por la noche, alrededor de la hora de acostarse.
A más plana es esa curva (menor diferencia de síntesis entre la mañana y la noche), peores resultados obtenemos en salud física y/o mental. Por otro lado, el cortisol matutino excesivamente elevado (curva más pronunciada), también podría contribuir a una mayor ansiedad. Es decir, ni tanto ni tan calvo. Necesitamos una regulación coherente de la síntesis de cortisol para que nuestro organismo no interprete que estamos en peligro. No puedes ir apagando fuegos aquí y allá.
Los niveles de cortisol y la vaginosis recurrente
Se ha visto que las mujeres con CVVR tienen niveles medios de cortisol más bajos y picos matutinos de cortisol también más bajos, en comparación con mujeres sanas. Esto indica que las mujeres con RVVC muestran signos de estrés crónico, presentado como una desregulación del eje HPA.
Las mujeres con CVVR muestran más signos de burnout, percepción emocional de estrés, deterioro entre el equilibrio trabajo y ocio, tensión psicológica, apatía, síntomas de estrés corporal y tensión relacionada con la vida laboral.
Incluso se ha determinado que tienen niveles de citoquinas proinflamatorias (como el TNF-α) más elevados.
Los niveles de depresión, ansiedad y estrés en mujeres con CVVR son más altos que en mujeres sanas
No solo eso, sino que las mujeres que padecen CVVR también son más propensas a otras infecciones vulvovaginales como condiloma, herpes genital y vaginosis bacteriana.
El estrés crónico conlleva una reducción de la capacidad antioxidante, un factor predisponente para CVVR . Esto implica que una desregulación de la función inmunológica, que puede estar asociada con parámetros de salud mental más disminuidos, puede aumentar el riesgo de padecer disbiosis vaginales.
En conclusión, existe una demostradísima relación entre el estrés crónico y el fallo del sistema inmunitario, lo que nos hace más susceptibles a cualquier enfermedad, incluida las CVVR .
Laura Pastor. Directora de Evexia Salut. Fisioterapeuta especialista en reeducación uroginecológica y salud sexual humana. Psiconeuroinmunóloga clínica. Docencia y divulgación.
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